Ariza en la historia.
Los primeros vestigios de Ariza pertenecen a época neolítica, 5.000a.C. Sin embargo no es hasta el siglo III a.C, con la llegada de los romanos y las guerras celtibéricas, cuando vamos a poder apreciar levemente signos de ocupación del territorio. El único vestigio de ocupación romana en Ariza es una losa sepulcral encontrada cerca de la estación y el puente romano sobre el Jalón, éste con materiales de diversas épocas, sobre todo medievales.
Lamentablemente, apenas quedan restos de los que fue una de las fortalezas más destacadas del valle del Jalón. Su origen se remonta al I Reino de Taifas y al periodo almorávide (siglos XI y XII) y tanto su ubicación estratégica, como sus grandes dimensiones (unos 5.000m2) la convirtieron en una fortificación capaz de albergar a unos 200 hombres de armas.
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El siglo XII va a suponer el fin del dominio musulmán y así en 1120, Alfonso I el Batallador reconquistará la zona, reorganizando el territorio y concediendo en 1131 el llamado Fuero de Calatayud, que incluía tierras de Ariza, delimitando el territorio. Ariza ya tenía en esta época sus aldeas. La convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes era pacífica, con barrios diferenciados. Los cristianos vivían intramuros y los judíos y musulmanes, en sus respectivas aljamas, pero extramuros. Desde entonces se sucederían diversas luchas entre aragoneses y castellanos por la posesión de esta estratégica villa de fronteras y su gran castillo.
Ariza, villa de señorío.
En 1361 Pedro IV “El ceremonioso” concedía a Ariza el privilegio de incorporación a la Corona, por el que se prohibió que pudiese ser vendida, permutada, enajenada o poseída por ninguna otra persona que no fuera el rey o su primogénito y sucesor. Pero en 1391, Pedro IV, acuciado por las deudas decidió enajenarla, vendiéndosela a su alférez Guillén de Palafox por 30.000 libras barcelonesas. De este modo Ariza pasó de ser Villa de Realengo a convertirse en un Señorío Privado.
Al convertirse en villa de señorío, los Palafox obtuvieron jurisdicción civil y criminal sobre la población. Desde aquel momento se sucederían diversos intentos por volver a pertenecer al rey, tanto por vía legal como por las armas. Son las llamadas “alteraciones de Ariza”.
En 1497 Fernando II “El Católico” dictaba la Sentencia de Celada por la cual concedía a los Palafox la absoluta potestad en contra de los intereses de los vasallos, que habían pasado de ser vasallos feudales a convertirse en vasallos alodiales.
Las rebeliones desde entonces fueron constantes. Hacia 1556 los vasallos volvieron a rebelarse y Juan de Palafox ocupó militarmente la villa. Pese a la intervención del Gobernador de Aragón los ánimos no se calmaron y los de la Villa y Tierra se rearmaron de nuevo para presentar batalla. El culmen llegó en 1561 cuando varios vasallos de Monreal mataron a Juan de Palafox de un arcabuzo. Los Señores quemaron Monreal en represalia y muchos pobladores vagaron por campos y montes huyendo de la ira de los señores. Pero los de Ariza no se amilanaron y en 1579 volverían a pleitear contra su señor. Los vasallos estaban apoyados en su causa por los notarios, los clérigos e incluso inquisidores, pero la monarquía una y otra vez concedía la absoluta potestad a los señores. Juan Calvete sería uno de los notarios que lideraron las revueltas, pero en contraprestación en 1611 el rey Felipe III nombraba a Francisco de Palafox, I Marqués de Ariza.
Hasta el siglo XVII los Señores vivieron en las estancias del castillo, símbolo del poder señorial y dotado de salones, habitaciones, biblioteca, mazmorras, jardines y otras estancias.
El papel de Ariza en tiempos de guerra.
En 1701 se inicia la Guerra de Sucesión, tomando los Palafox y Ariza partido por Felipe V, quien en agradecimiento concederá a Ariza, en 1708, el título de “Muy noble y muy fidelísima”, concediéndole también la exención del impuesto de la Media Anata. Pero Ariza remitirá un informe al rey para hacer extensiva estas gracias a los lugares y aldeas de su Tierra, que finalmente no se concederían. Los austracistas en su huida pegaron fuego a la mezquita que era utilizada hasta ese momento como almacén, con el fin de que las tropas felipistas no aprovecharan lo suministros.
El siglo XVIII traería diversos acontecimientos; el Marquesado de Ariza recibiría el título de grandeza de España (1721); se construye por Joaquín Antonio de Palafox el Palacio de los Marqueses de Ariza, fuera ya de los muros de la población. A su vez, es en este tiempo cuando verá desaparecer Ariza la iglesia de Santo Tomás y heredará su patrimonio la ermita de San Andrés (despoblado de La Puebla).
Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) Ariza y su tierra sufrieron también los embates de los franceses. Y después que las Cortes de Cádiz de 1811 establecieran la disolución de los señoríos, los de Ariza y su Tierra volvieron a litigar contra el Marqués en 1832, negándose a pagar los impuestos y derechos del vasallaje y feudalismo.
Los Marqueses fueron llevando a juicio a cada una de las localidades de la Villa y Tierra (Ariza, Monreal, Bordalba, Alconchel, Cabolafuente, Embid, Pozuel y Calmarza) exigiendo los derechos al juez. Pero la Desamortización de Mendizábal de 1836 vino a ratificar la supresión de las vinculaciones señoriales.
Finalmente, con María Elena de Palafox (1820-1849) se extingue la rama de los Palafox de Ariza, pasando sus derechos a la casa Arteaga de los Duques del Infantado.
Ariza en el siglo XX.
A finales del siglo XIX Ariza ya había despertado del letargo feudal y la llegada del ferrocarril de Madrid a Zaragoza y de Valladolid a Ariza dará un nuevo impulso económico a la localidad, generando innumerables puestos de trabajo. Se da inicio al surgimiento de sindicatos y partidos políticos que en Ariza tuvieron una gran repercusión social y que alcanzaron su apogeo durante la II República (1931 – 1936).
Ariza cuyo sindicato mayoritario era la CNT – FAI, llegará a poner en práctica la ansiada Reforma Agraria, pero también hay presencia de la UGT. Esto desembocará en la Guerra Civil (1936 – 1939), en que Ariza es cañoneada por uno de sus propios hijos para amedrentar a la población, quedando en manos de los golpistas. Muchos de sus habitantes ante la represión, huyen hacia el exilio o hacia el lado republicano, mientras que aquellos que no pueden hacerlos son fusilados. La aplicación del Plan de Regiones Devastadas hará que se construyan y rehabiliten mucho edificios, dando inicio a una transformación urbanística sin precedentes en la villa, que se culmina en tiempos de democracia.
Para más información recomendamos el libro «Ariza, de Villa de Realengo a Señorío» de Joaquín Melendo Pomareta y editado por el Ayuntamiento de Ariza de venta en el Ayuntamiento de Ariza.
Ariza cuyo sindicato mayoritario era la CNT – FAI, llegará a poner en práctica la ansiada Reforma Agraria, pero también hay presencia de la UGT. Esto desembocará en la Guerra Civil (1936 – 1939), en que Ariza es cañoneada por uno de sus propios hijos para amedrentar a la población, quedando en manos de los golpistas. Muchos de sus habitantes ante la represión, huyen hacia el exilio o hacia el lado republicano, mientras que aquellos que no pueden hacerlos son fusilados. La aplicación del Plan de Regiones Devastadas hará que se construyan y rehabiliten mucho edificios, dando inicio a una transformación urbanística sin precedentes en la villa, que se culmina en tiempos de democracia.